¡Gracias ...EGO!



¡Ahí estas! de nuevo sonriendo, saboreando el éxito de haber aparecido y haberme vencido.

¡Lo siento, ya me he levantado! Me he sacudido el polvo. Ahora tengo la certeza que formas parte de mi pasado.

Me digo a mi misma que a pesar de mis heridas, y el dolor que puedan producir,  acepto mis errores, mis defectos, mis sombras. Reparando, modificando o trasmutando con toda consciencia aquello que desee cambiar.

Me prometo no ser prisionera de mis costumbres, prisionera de mis miedos, prisionera de mis errores. Prisionera de ti.

Ahora con esta aceptación y con esta promesa, ya no puedes atacarme.

Ahora, ya no eres tan fuerte, ahora la fortaleza es mía porque... soy UNO con el que me ha creado.

Te agradezco las batallas en las que me has vencido. Agradezco las batallas en las que me has metido. Agradezco las heridas que me has causado, ha sido la única manera de saber quien era realmente.

¡Gracias EGO!... ¡Bienvenido a mi nuevo mundo!

Ahora eres bienvenido no sólo como un visitante, sino como parte de mi.

Y como todo visitante tendrás que comportarte, guardar modales, adaptarte a mi nueva vida, a mi casa, a mi misma. Y como parte de mi, ya dejas de ser mi totalidad. Eres una pequeña parte de quien soy, y te agradezco la compañía. Déjame  hacerte solo una petición, mantente alerta, pero no acciones a menos que te lo pida. Así, el personaje que hemos usado hasta hoy,  en caso de necesitarlo, lo pondré a mi disposición.

Ahora soy libre para ser... quien quiero ser de verdad.


Clairet Reyes 
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LA DELGADA LINEA ENTRE EL ENFERMO Y CUIDADOR

La enfermedad es, esa sacudida que nos da la vida en un momento determinado. Nos detiene ipso facto ante lo que estemos haciendo, empujándonos irremediablemente a replantearnos nuestra existencia.

Cuando una persona cae enferma, se le debe cuidar para conseguir hacer más llevadera su enfermedad, pero ... ¿Quién cuida al cuidador?

Existe una delgada línea que separa la vida de un enfermo, a la de quien le cuida.  La persona  que está enferma, espera que le cuiden, que le protejan, que le guíen. Debe dejar, en oportunidades de ejercer su normal vida, para dejarse estar, y conseguir mejoría, dejarlo todo, pensar solo en su salud.
Mientras que, el que cuida, debe ser fuerte, saber qué hacer en un momento de urgencia, saber resolver, estar siempre cerca, sin dejar su vida de lado,  debe continuar con su trabajo, con la familia, las responsabilidades, con  la vida  o simplemente dejarlo todo, entregando casi su existencia al cuidado de quien lo necesita, y así lo espera.
El enfermo siempre estará atendido en el hospital, por enfermeras, médicos, fisioterapeutas, personal de servicio.... Se le pregunta ¿Cómo sigue? ¿Cómo está? ¿Qué necesita?...
Al cuidador, se le da por hecho que es el fuerte, es “al que le ha tocado”, y el que no tiene derecho a pedir ayuda. No se le pregunta ¿Cómo esta? y en escasas oportunidades se le pregunta ¿dormiste bien? La respuesta es obvia, ya que tienen para dormir un sillón reclinable donde dificilmente se pueden mover.
Las enfermeras del turno de noche (benditas todas por su profesión), entran a colocar las dosis que corresponden cada dos horas y en oportunidades cada media hora, dependiendo de la gravedad del mismo... Esto si la hospitalización es en un centro privado. Si es un centro publico, donde hay dos o tres pacientes, pues cada uno tendrá un tratamiento diferente, a distintas horas de la noche. El cuidador debe aprovechar los escasos lapsos, para descansar y a la vez estar vigilantes de quien cuida.
He leído recientemente que sanidad de Madrid, estudiará las formas para que los tratamientos puedan colocarse durante el día y asi, no irrumpir el descanso del paciente por las noches. En esta notica tampoco se mencionó al cuidador, es obvio que quien amerita los cuidados es el enfermo. 

La vuelta a casa- A tener en cuenta

En este sentido, si usted es un enfermo  ¡por favor tenga compasión con quien le cuida! Trate de ser considerado. Si siente un poco de mejoría, demuéstrela, por ello no se le va a abandonar, pero le dará un grandioso margen de tranquilidad a su familiar. Piense que esa persona que se convierte en el cuidador, aun teniendo alternativas, decide cuidar  al enfermo y permanecer a su lado hasta su recuperación.
  • He visto familias donde existe mucha colaboración, trabajan como un engranaje perfecto. 
  • He visto a pacientes salir del quirófano,  enfermeras llamar a familiares y no aparecer nadie.
  • He visto también a familiares acompañantes querer tomarse un café, pero no se atreven a moverse para no dejar al paciente solo. 
  • He visto cuidadores comer un trozo de pan de la bandeja que le corresponde al enfermo, porque nadie se le ocurrió llevarle comida, porque  presuponen que “está bien” y no le falta de nada.
  • Nadie está bien en un hospital, salvo el personal que trabaja y recibe un sueldo por ello y hacen su trabajo con dedicación y esmero.
  • Enfermos, familiares y cuidadores... es aquí donde la delgada línea pareciera no existir, pero es donde el dicho “en la unión esta la fuerza” gana más sentido.
Cuando se llega a casa con el enfermo de recuperación, es mucho mejor ¡ya estás en casa! Pero comienza otro proceso... Se da por hecho que todos están descansado. El paciente continúa requiriendo sus medicamentos, pero ahora es el familiar,  quién sustituyendo a las enfermeras y equipo medico, debe coordinar los horarios de los medicamentos a tiempo, evaluar temperaturas, observar cualquier síntoma fuera de lo común, y suministrar una alimentación adecuada; debe seguir con la vida diaria de la casa y si tiene un tiempo, echar alguna que otra cabezada por la noche.
Hay  enfermos que son receptivos. Es más fácil de cuidar, aquel que se deja ayudar, y atender. 
Pero si toca un paciente que por su enfermedad o carácter  es intranquilo, neurótico, malhumorado... tendrás que lidiar con una dosis más de paciencia de la habitual.
Y es que existe una delgada línea que separa al enfermo del cuidador, donde los derechos y los deberes de cada uno se unen en un amor fraternal para hacerlo más llevadero.
✔Si usted es cuidador, tenga paciencia, al fin y al cabo a nadie le gusta estar enfermo, y recibir pinchazos, tomar medicamentos cada hora, sentirse mal... ser dependiente. La única manera de superarlo es con el amor profundo que usted siente por su enfermo. Saque todo ese amor, expréseselo, no encontrará mejor momento.
✔Y si usted es familiar cercano ¡por favor, ofrezca su ayuda! Aunque el cuidador no se la pida. Insista, insista en que duerma. Quédese con el enfermo y sustituya al cuidador unas horas para que pueda descansar, dar una vuelta, respirar... Esto le permite al cuidador tener perspectiva y ganar fuerzas. Llévese al cuidador a otro lugar fuera del hospital o del entorno del enfermo. O simplemente a tomarse un desayuno, mientras alguien se queda con el enfermo. 
✔Cuando hay un enfermo en la familia (y esto es inevitable en algún momento de la vida) se debe formar un equipo coordinado de acción.

HE VISTO MUCHO
La palabra que define el proceso es compasión. Compasión por el enfermo, por el cuidador, por su familia. No te limites a preguntar ... ve, presta la ayuda necesaria, con todo el amor del mundo, con la dedicación y la excelencia que su alma pueda demostrar... Ya el Universo se encargará de regresarte multiplicado el tiempo, el dinero, el esfuerzo y la intención. 
Quiero aprovechar este artículo para agradecer al personal de la 3era y 4ª planta del "Hospital Ramón y Cajal", al personal de quirófano, desde camilleros, celadores, enfermeras y médicos por su dedicación, por su vocación y por lo bien que tratan a los pacientes y familiares… “¡¡¡Gracias!!!”
A la zona de oncología, y la maravillosa Unidad de ICTUS del "Hospital Ramón y Cajal", desde las chicas de recepción. A Voluntarios de la Asociación Española Contra El Cáncer.  Médicos y enfermeras.  Dios los bendiga a todos, hacen un trabajo excelente,  permiten que la angustia sea más llevadera ¡Gracias... un millón de gracias! 


Clairet Reyes 
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