El psicoanalista Robert Lifton definió el Coping
como una serie de operaciones capaces de aliviar la activación del estrés,
modificando nuestra propia reacción en lugar de cambiar el evento estresante.
Una de las frases más utilizadas en las
reuniones de Alcoholicos anónimos se refiere a las dos principales modalidades
de coping: “Concédeme Señor, la
serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar, el coraje para cambiar
las cosas que puedo y la sabiduría para poder diferenciarlas”.
En este sentido se puede llevar a cabo una acción para tratar de
eliminar la amenaza (por ejemplo llamar al agente de seguros, acudir a
urgencias, o pagar la deuda) una
estrategia que Lazarus denomina coping “instrumental” o bien, la persona puede tratar de tranquilizarse
a si misma. Es el llamado coping “centrado
en la emoción”
Cuando consideramos que una situación
conlleva una amenaza, se dispara una respuesta de estrés que nos deja a merced
de las hormonas cerebrales y de las preocupaciones ligadas a la percepción de peligro.
Es lo que denominamos ansiedad.
Una amenaza puede desencadenar una amplia gama
de respuestas emocionales- desde enfado hasta la depresión- pero la ansiedad es
la más frecuente de todas ellas. El objetivo del coping emocional es calmar la
inquietud, porque en el caso que se mantenga se ocasionaría un desastre en
nuestras forma de actuar.
Para mitigar la ansiedad, Lazarus, dice que se incluye el abuso de la bebida y las drogas,
una clase de respuesta paliativa que reduce la ansiedad sin cambiar un ápice la
situación original.
En su opinión esta estrategia es completamente normal,
porque existen muchas causas de estrés en la vida frente a las que poco o nada
podemos hacer. Lo mejor en tales casos sería tratar de cuidar los propios
sentimientos… las personas sanas recurren de continuo a paliativos – como tomar una copa o un tranquilizante, por
ejemplo- sin que ello termine necesariamente abogando a una enfermedad. La negación, la racionalización, y la
evitación de los pensamientos negativos son también respuestas paliativas, que, cuando interfieren con la actividad adaptativa
resultan sumamente provechosa.
Las respuestas paliativas son intrínsecamente
gratificantes por el mero hecho de ser capaces de relajar la tensión.
Pero lo que resulta satisfactorio se
convierte fácilmente en hábito. Existe una clara evidencia que los paliativos a
los que solemos recurrir- ya se trate de un Valium o un Jacks Daniels por ejemplo- dan lugar fácilmente a conductas
adictivas.
Y lo mismo ocurre, en mi opinión, con las estrategias mentales a las
que solemos recurrir para afrontar la ansiedad.
Hablando en términos generales, los
paliativos caen dentro de lo que Freud
denominaba “mecanismos de defensa” y su poder reside en su capacidad para
mitigar la ansiedad.
Los paliativos son la norma y todas las personas
saludables recurren, en mayor o menor medida, a ellos. Pero los paliativos
mentales no nos impiden ver las cosas tal como son.
Por ello cuando la ansiedad
asedia la mente, aun cuando se halle encubierta por una sofisticada maniobra
mental, tiene lugar una distorsión de nuestra atención. La negación pues,
impide el ejercicio pleno y decidido de la atención.
Daniel Goleman
(autor de Inteligencia Emocional)
EL PUNTO
CIEGO (psicología del autoengaño)
En
conclusión tratar de entender porque nos estresamos y tranquilizarnos para
poder encontrar desde la perspectiva las diferentes alternativas que podamos
tener a la mano. Siempre hay salida.
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