Sosteniendo en brazos al amor de su
vida,
de su adolescencia.
La muerte no tenía paciencia.
Ella solo debía darle valor.
Pero de pronto lo comprendió,
estaba perdiendo calor,
él solo necesitaba que lo dejara partir.
Se acercó, brindándole el más dulce de los besos,
le susurro al oído ¡Ya puedes descansar! ...
Unos segundos pasaron,
la muerte no quería esperar,
su último aliento exhaló.
Allí, en sus brazos,
donde todo había comenzado,
todo había terminado.
de su adolescencia.
La muerte no tenía paciencia.
Ella solo debía darle valor.
Pero de pronto lo comprendió,
estaba perdiendo calor,
él solo necesitaba que lo dejara partir.
Se acercó, brindándole el más dulce de los besos,
le susurro al oído ¡Ya puedes descansar! ...
Unos segundos pasaron,
la muerte no quería esperar,
su último aliento exhaló.
Allí, en sus brazos,
donde todo había comenzado,
todo había terminado.
Clairet Reyes
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